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Antón Chéjov
Además de escritor y dramaturgo, Antón Chéjov (1860 – 1904) fue médico. Su obra representa uno de los ejemplos más destacados de la escuela realista en Rusia y de la dramaturgia y narrativa de la literatura universal.
En el estilo de Chéjov destaca un marcado laconismo expresivo y la ausencia de tramas complejas, en cuyo lugar se presentan atmósferas líricas de mano de los más sutiles pensamientos de los personajes.
La importancia de la inmensa obra epistolar de Chéjov, junto a la variedad de temas que abarca, estriba principalmente en que se presenta como un documento insoslayable para comprender la literatura rusa de su tiempo y, en particular, la suya propia.
Tras el fracaso de la presentación de la obra La gaviota en San Petersburgo, el éxito de la misma en Moscú hizo que Chéjov se convenciera de su capacidad como escritor dramático. Así, a ésta sucedieron obras como El tío Vania, Las tres hermanas y El jardín de los cerezos.
Sus dramas son la manifestación de la imposibilidad del hombre moderno de desempeñar sus deseos, su indolencia, la inercia moral y la falta de responsabilidad. Los personajes se ven sometidos al aburrimiento y la monotonía característicos de una clase aristocrática ya sin motivaciones algunas.
Como rasgo característico de este autor, es de mencionar lo que el propio Korolenko dio en llamar “atmósfera chejoviana”, para referirse precisamente a un estado de ánimo alegre melancóloco.
Su obra se granjeó la admiración de Tolstói y Gorkii y, ya fuera de Rusia, de Mansfield.
Fragmento de La gaviota
Masha. Todo esto se lo cuento porque es usted escritor. Puede aprovecharlo. Se lo digo con el corazón en la mano; si él se hubiera herido seriamente, no le habría sobrevivido ni un minuto. De todos modos, soy valiente. He tomado una decisión: arrancaré de mi alma este amor, lo arrancaré de cuajo.
Trigorin. ¿De qué modo?
Masha. Casándome. Con Medviénko.
Trogorin. ¿Con el maestro?
Masha. Sí.
Trigorin. No veo la necesidad.
Masha. Amar sin esperanza, pasarse años enteros esperando... No bien me haya casado, adiós, amor; nuevas preocupaciones ahogarán el pasado. De todos modos, ¿sabe usted?, esto representará un cambio. ¿Bebemos otro vaso?.
Trigorin. ¿No será demasiado?
Masha. ¡Qué va! (Llena dos vasos). No me mire de esta manera. Las mujeres beben más a menudo de lo que usted se figura. Las menos beben abiertamente, como yo; la mayoría, a escondidas. Sí. Y siempre vodka o coñac.(Chocan los vasos.) ¡A la suya! Es usted un hombre sencillo, lástima que se vaya.(Beben).
Trigorin. También a mí me desagrada partir.
Masha. Entonces, pídale que se quede.
Trigorin. No, ahora no se quedará. Su hijo se comporta con una falta de tacto extrema. Primero se disparó un tiro; ahora, según dicen, quiere retarme a un duelo. ¿A qué santo? Se enoja, refunfuña, aboga por nuevas formas... Pero si sobra sitio para todas, para las nuevas y para las viejas, ¿qué necesidad hay de darse empujones?.
Masha. Además, los celos. De todos modos, esto no es cosa mía.