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La Rusia imperial y sus joyeros

La obra del maestro joyero Carl Fabergé, en su día proveedor de la corte imperial rusa, es mundialmente conocida. Sus huevos de pascua constituyen el orgullo de cualquier colección. Sin embargo, Rusia contaba con otros excelentes joyeros, cuyos trabajos eran no menos valiosos.

Apellidos como Bolín, Sazikov o Ovchínnikov son menos conocidos actualmente; sin embargo, a principios del siglo XIX gozaron de mucha importancia y fama.

Los joyeros Bolin, de origen sueco, llegaron a Rusia a principios del siglo XIX, varias décadas antes que Fabergé. En total sirvieron a seis emperadores rusos. Una de sus funciones era la de preparar el ajuar de las hijas del zar.

La obra del comerciante Pável Sazikov ganó fama a partir de 1793. Su hijo Ignati llevó una serie de artículos decorados con motivos de la vida campesina a una exposición celebrada en Londres en 1851. Entre ellos había un oso con riendas, una lechera, un candelabro en honor a la batalla Kulikovo y otras obras de artesanía popular. Recibió la medalla de plata por el candelabro y volvió a San Petersburgo siendo ya una persona famosa.

También son famosos los esmaltes de Pável Ovchínnikov. Este joyero alcanzó la fama gracias a la técnica del esmalte alveolado, a sus pinturas decorativas y a sus vidrieras. La técnica del esmalte alveolado se utilizó en su día en la Rus de Kiev, a donde llegó desde Bizancio, pero se perdió tras la invasión tártaro-mongola. Fue precisamente Ovchínnikov quien la recuperó. Cuando Ovchínnikov tenía tan solo 24 años, el volumen de ventas anual de su negocio ascendía al medio millón de rublos, y tenía un equipo de 600 trabajadores. A los 35 años, Ovchínnikov se convirtió en proveedor de la corte, ciudadano honorífico y caballero de varias órdenes.

Fuente: Rbth, ITAR-TASS