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Palacio de Gátchina (Большой Гатчинский Дворец)
En 1765, Catalina II compró un solar en Gátchina para la construcción de un Palacio para el conde Orlov como agradecimiento al golpe palaciego que éste emprendió en 1762 y que la convirtió en emperatriz.
En 1766 comenzaron las obras de construcción del Palacio de mano de Rinaldi. Estas obras se prolongaron hasta 1772. Además, otros grandes como Brenna, Zajarov, Lvov y Voronijin tomaron parte.
Orlov murió en 1783, hecho que impidió que el conde pasara una larga temporada en el Palacio. Después de su fallecimiento, Catalina II regaló el Palacio al Gran Duque Pablo, el futuro zar Pablo I de Rusia. Éste realizó numerosos viajes a Europa para enriquecerse de experiencias y estilos que dieran un nuevo aire al Palacio. De hecho, esto es observable en los suntuosos interiores neoclásicos. Entre otras modificaciones, Pablo I agrandó el parque con puentes, portones y pabellones. Ejemplo de ello son la “Islas del Amor”, el “Jardín Privado”, el “Jardín Holandés” y el “Laberinto”.
Al morir Catalina II en 1796, Pablo se convirtió en emperador y Gátchina adquirió el estatus de ciudad imperial, residencia oficial de emperadores rusos. Pero al morir Pablo I asesinado, el Palacio pasó a manos de su viuda, María Fiodorovna. Ésta estuvo al frente hasta 1828, momento en el que lo adquirió el zar Alejandro I (hijo de Pablo I).
Más tarde, en 1855, Alejandro II (hijo de Nicolás I) hizo del Palacio su segunda residencia, mientras que para Alejandro III fue su residencia principal.
Después de la Revolución de 1917, el Palacio de Gátchina se convirtió en un museo que aún en la actualidad está abierto al público. Si algo hace especial al Palacio, son sus lagos y la naturaleza que lo rodea.